Los domingos son una mierda. Cuando no tienes absolutamente nada que hacer un domingo se transforma en una especie de tortura, es un espacio sólo para enfriarse en la sombra y caer en la depresión momentánea.
En todo caso me declaro propenso a eso, y si es domingo, peors! Por eso mismo espavilo y salgo de la leogera a respirar y a hacer fotosíntesis. Hoy especialmente fué así. En mi caminata no encontré sobresaltos mas que los de las grandes olas que golpeaban violentamente el molo junto al balneario municipal y la grúa Ma-que-cosa. El rocío me moja la cara, el pelo, los anteojos. Limpio los anteojos. Pasado un rato ya me retiro de regreso a la leogera a acurrucarme en la fría silla de colegio que tengo ante el computador, en donde estaré todo el resto del día. Inclusive me niego a asomarme a la mesa a tomar té, me conformo con la marraqueta con huevo revuelto que me traen aquí. Y para que? Para que ir a la mesa? están casi todos los que aún quedan en la pensión, con los cuales no he podido y creo no podré nunca entablar una conversación compatible con la vida, somos tán disímiles ellos y yo... agreguémosles unos tres años más y estaría bien. En realidad el problema soy yo: yo soy el viejo-chico que tiene más edad en la cabeza que en el cuerpo. Por eso me junto con gente "mayor", con uds, ya saben, no con la gran mayoría de los míos (sí con algunos)
Como sea. Es tarde y yo escribiendo. El otro día me cuestioné por qué tengo este blog, que sobrevivie de catarsis esporádicas nada más... pues para eso justamente.
Y ya son tres veces bastante más cercanas que antes.
Chau.