
Verano en Antofagasta. Los días de sol quemante, luminosos, ventosos, largos...Las cosas han ido terminando de a poco. Se fueron las clases, se fueron los ensayos, se fueron las pruebas, sólo fala despedirme de mis amigos e irme yo. Irme a casa para luego irme denuevo, pero con ellos -mis padres- y más al sur, otra vez. Las cortas pero necesarias vacaciones para terminar con este año demente lleno de cambios, cosas muy buenas, cosas no tanto, cosas malas. Este año las cosas se establecieron en mi mente y a mi alrededor y la vida aquí decantó al fin para hacerse real, mostrando todas sus caras. En algún momento me sentí desarraigado, sentía que estaba en el aire en este lugar, sin nada a qué aferrarme y que aunque mi casa aún estaba en Santiago tampoco estaba dentro de mis posibilidades regresar allí, es una sensación desagradable. Pero ya pasó, o lo asumí. Además, como lo comprendí luego, yo pertenezco a mi casa, a mi familia y si, si puedo regresar a intentar algo completamente nuevo, pero eso es sólo lo último y más radical que podría pasar, y en este momento esos no son mis planes. Así que (aunque pareciera que no es así pues aún estoy acá) acaba de comenzar un año nuevo con 365... no, 348 días llenos -o no- de cosas por hacer. Y no estoy solo.
Eso.
1 comentario:
wjajajajajjaa.....
grande Leito....gracias por escuchar mis historias con atencion....creo que nadie mas lo hace:(
wjajajajaja
un beso!
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